La interactividad es un concepto utlizado con múltiples significados en diferentes ámbitos, ligado a la expansión de los medios electrónicos en los años 80, y en muchos casos a los "productos" en estrategias de mercadotecnia. En este caso y como concepto comunicativo, Marco Silva en su libro "Educación interactiva" lo define como "la expresión de la emisión y recepción como cocreación libre y plural" (p. 17), con los fundamentos que acojan la "complejidad, multiplicidad, no linealidad, bidireccionalidad, potencialidad, permutabilidad (combinatoria), imprevisibilidad, etcétera, permitiendo al usuario-interlocutor-beneficiario la libertad de participación, intervención, de creación" (p. 131).
La propuesta de Silva atiende a la necesidad de cambio educativo, para además aprovechar y fomentar los aspectos beneficiosos de los nuevos medios, ya que la aportación de la interactividad es un plus comunicacional en dos aspectos, en la relación persona-máquina (inmersión) y entre las personas. Como propone M. Silva, es una potencia que puede ser explorada y valiosa en los espacios de enseñanza y aprendizaje para modificar el paradigma comunicativo y desarrollar la complejidad del aprendizaje en una construcción conjunta y colaborativa, de toda la comunidad dialógica que interviene en los procesos. La diferencia entre interacción e interactividad es importante, derivando del primero al segundo como "una predisposición para crear conexiones, provocar conversaciones y participaciones en colaboración" (p. 43), es decir, ligada a la "predisposición y a la autoría [...] en el sentido de autor" (p. 126). Aspectos del ciberespacio que potencian los conceptos desarrollados por Silva son: la manipulabilidad del medio y los datos, que permiten la democratización en la participación, creación y cocreación. Junto con la semiótica inherente del medio, que expande las posibilidades semánticas múltiples de interconexión a través del hipertexto. Alcanzando el mayor grado de interactividad al permitir "interacciones mixtas", "cuando se da la unión muy estrecha entre interactividad de selección y de contenido" (p. 117).
La cultura de masas ha derivado en el "hágalo usted mismo" de las redes, lo que significa de alguna forma una identidad indefinida, fragmentaria, "estar a la deriva del significado, es decir, de la significacion establecida de las cosas" (p. 89), imponiendo una relación social y cultural capitalizada, que citando a Jameson, Silva señala: "advierte la presencia de una modalidad de imposición de patrones aún presente en formas subliminares. Se refiere a la lógica de la cosificación, que es la intención final de transformar objetos de todos los tipos en mercaderías" (p. 91).
Los tres binomios propuestos por Silva para desarrollar los fundamentos de la interactividad son: participación-intervención, bidireccionalidad-hibridación y potencialidad-permutabilidad, en los que la noción de coautoría es vital, y tomando a A. Machado cita: " las disposiciones para la coautoría presuponen la intervención activa del lector-espectador para su plena realización" (p. 151) intercambiando los roles no solo comunicativos (bidireccionalidad) sino creativos y de coautoría, recreando nuevos significados y apropiaciones, individuales y conjuntas.
La autoría y papel del profesorado en estos nuevos espacios se desarrolla como "agente provocador de conexiones, arquitecto de recorridos, movilizador de la inteligencia colectiva" (p. 39), comprendiendo la interactividad que engloba la "teoría de las interacciones, pues ésta atiende a la necesidad de cuidarlas y promover más y mejores interacciones" y a la "teoría de la interactividad como teoría de la comunicación para atender a la necesidad de promover el plus comunicacional" (p. 221), incluyendo para ello el desarrollo de la "expresión y confrontación" (p. 122), la pedagogía multimodal, entiendase, no lineal. Pedagogía global, diferenciada, generativa y relacional (pp. 224-230), cercana a las propuestas desarrolladas por diferentes autores que atienden a la complejidad, como Edgar Morin: "el pensamiento complejo aspira a un conocimiento multidimensional y poiético (p. 67), porque "pensar es construir una arquitectura de las ideas, y no tener una idea fija" (p. 44).
Silva analiza y explica las cualidades de la cibercultura a través de los aspectos desarrollados por Pierre Lévy en los que "por su aspecto participativo, socializante, abierto y emancipador, la inteligencia colectiva propuesta por la cibercultura constituye uno de los mejores remedios contra el rítmo desestabilizador, a veces excluyente, de la mutación técnica" (pág. 15), en el que también señala la necesidad de la alfabetización digital y mediática, acelerada por los procesos de convergencia, y los peligros de exclusión provocando mayores diferenciaciones producidas por la brecha multiforme, además de inforricos e infopobres, como una de las bases necesarias a atender para el desarrollo de la interactividad que promueve el plus comunicacional, y sobre todo para el desarrollo necesario de todas las personas.
Lévy, P. (2007): Cibercultura. La cultura de la sociedad digital. Anthropos, Barcelona.
Morin, E; Roger Ciurana, E. y Domingo Motta, R. (2003): Educar en la era planetaria. Gedisa, Barcelona.
Silva, M. (2005): Educación interactiva. Enseñanza presencial y on-line. Gedisa, Barcelona.
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